La falta de acceso al financiamiento formal es una de las principales limitaciones para el crecimiento de las empresas y, sobre todo, una de las principales barreras a las que se enfrentan las mujeres para hacer crecer sus negocios. La evidencia generada a nivel mundial muestra que a las empresas lideradas o propiedad de mujeres se les cobran tasas de interés más altas y se les aprueban montos y plazos menores que a los hombres que lideran empresas similares. Por el solo hecho de ser mujer, la probabilidad de rechazo de sus solicitudes de crédito es mayor y los requisitos de garantía suelen ser más estrictos.
Uno de los factores que explican estas diferencias son los sesgos de género en el personal de las instituciones financieras, sesgo que se expresa en estereotipos favorables hacia los hombres que influyen en la decisión sobre quiénes son los mejores sujetos de crédito.
El sesgo de género, consciente o inconsciente, nace de normas culturales y sociales que asignan ciertos roles a hombres y a mujeres. Estos sesgos representan un problema oculto que puede afectar a las mujeres cuando acceden a oportunidades económicas y de crédito. Las instituciones financieras no saben que pueden tener este problema, los gobiernos y reguladores lo desconocen, y los clientes no están enterados de que existe.
Con el fin de generar conciencia sobre este problema, el Grupo BID ha estado trabajando con instituciones financieras en América Latina para generar evidencia sobre cómo los sesgos de género afectan la oferta de crédito a las mujeres. Bajo esta iniciativa, el Grupo BID se alió con la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo de Ecuador para implementar en algunas de sus instituciones miembro una herramienta en línea que permite identificar potenciales sesgos de género entre el personal de las instituciones. La herramienta es capaz de cuantificar los sesgos implícitos y explícitos de los oficiales de crédito y la capacidad de controlar estos sesgos. Además, presenta a los participantes casos hipotéticos, basados en casos reales que el personal analiza a diario, para medir cómo sus sesgos de género podrían tener un impacto negativo en las ofertas de crédito que hacen a empresas de mujeres. Hasta el momento, la herramienta se ha aplicado a más de 700 oficiales de Ecuador. A nivel regional, esta herramienta se ha aplicado en 3 países y más de 1.200 oficiales.
Los resultados del ejercicio en Ecuador muestran que 85% de los oficiales evaluados presenta una oferta desfavorable a sus clientas mujeres en al menos una de las condiciones del crédito (monto, tasas de interés, plazo o garantía). Si estos casos hipotéticos fuesen reales, aproximadamente la mitad (entre 49% y 62%, dependiendo de la institución) de las mujeres solicitantes hubiese recibido una oferta injusta comparada con la de los hombres con negocios similares, pero con menor capacidad de pago. Los resultados sugieren que la oferta de crédito hacia las mujeres es peor entre el personal con sesgos implícitos o con actitudes explícitas antiigualdad de género.
El ejercicio incluye, además, el análisis de las operaciones de crédito activas de estas instituciones. Este análisis confirma que los resultados se alinean con los hallazgos observados en los casos hipotéticos. Empresas que son propiedad de mujeres obtienen sistemáticamente peores condiciones de crédito que las de los hombres con perfiles de riesgo y características similares, y son rechazadas con mayor frecuencia, a pesar de que las mujeres repagan sus créditos tan bien, o mejor, que los hombres. Esto representa un costo de oportunidad grande para las instituciones financieras: en los casos analizados, se estima que los bancos dejaron de percibir millones de dólares en ganancias producto de los sesgos.
Sacar a la luz el costo oculto del sesgo de género es un argumento poderoso para empujar a las instituciones financieras a tomar acciones hacia la equidad de género. Una forma de hacerlo es, por ejemplo, eliminando el género de las solicitudes de préstamo, como hemos visto en el caso de algunas Fintech que utilizan algoritmos justos. Reducir las brechas de acceso a financiamiento que enfrentan las empresas de mujeres contribuirá a su crecimiento y al crecimiento de la economía en general. Seguimos trabajando con las instituciones financieras para ayudarlas a cerrar estas brechas.
El trabajo de medición de sesgos de género con instituciones financieras ha sido liderado por Irani Arráiz con participación de Patricia YañezPagans y Ángeles Barral Verna de BID Invest y Maria Paula Gerardino del BID. La Women Entrepreneurs Finance Initiative (WeFi, por sus siglas en inglés) ha financiado algunas actividades relacionadas con este trabajo.
Foto: IDB