Podemos definir a la alfabetización financiera digital como "adquirir el conocimiento, las habilidades, la confianza y las competencias para utilizar de forma segura productos y servicios financieros entregados digitalmente, tomar decisiones financieras informadas y actuar en el mejor interés financiero de cada individuo según las circunstancias económicas y sociales que tenga".
La alfabetización financiera digital debe entenderse no sólo como un medio sino también como una nueva forma de comunicación, de creación y comprensión de la información financiera, pero sobre todo como el desarrollo de capacidades que permiten al ciudadano el ejercer sus derechos en un entorno digital.
Las competencias digitales son parte de la alfabetización y no solo son un elemento esencial para encontrar un empleo, sino también para reducir las brechas que existen. En Ecuador existe un pequeño porcentaje de la población ecuatoriana con capacidades digitales básicas. Antes de la pandemia, es decir en 2019, era tan solo del 49,3% y este ya era un tema que causaba preocupación no solo en el ámbito social sino también en el político; de ahí el incremento de programas en este ámbito, tanto desde las entidades públicas como de las privadas. Luego de la pandemia, las competencias digitales de la ciudadanía ecuatoriana se agrandaron, además, si pensamos en las zonas rurales del país, en donde habita el 35,6% de la población total. Según un estudio realizado por Alberto Arana y Cadena Calle, basado en datos provistos por el Sistema de Indicadores Sociales del Ecuador (SIISE) y el MINTEL, el 15,5% de la población rural padece analfabetismo digital en Ecuador, según la definición de la UNESCO, comparado con el 5,3 % en zonas urbanas.
Ante esta realidad, es necesario que la alfabetización financiera digital vaya más allá de que el individuo aprenda ciertas tareas que le permitan desenvolverse en el ámbito digital, sino más bien, adquirir las habilidades y las competencias que le faciliten un uso seguro de los productos y servicios financieros. A continuación, se mencionan solo algunos de los retos y oportunidades que en este aspecto se presentan:
1)Aplicar políticas y estrategias nacionales para alfabetización financiera digital y de esa forma aumentar la participación pública en la misma
Los países de la región podemos tener la oportunidad de compartir nuestras experiencias y aumentar la participación de las personas en la aplicación de las políticas nacionales de alfabetización financiera digital, independientemente de en qué fase del proceso nos encontremos. Vemos que países como Colombia y Brasil han diseñado estrategias nacionales de alfabetización financiera digital y hay otros como Perú que están planeando actualizar nuevamente sus estrategias de educación financiera nacional incorporando el tema de la alfabetización financiera digital para seguir aumentando la comprensión de sus ciudadanos. Cuando se incluye a personas de diferentes edades, se nota que esta buena práctica da un beneficio adicional al educar al público sobre las decisiones políticas que se van tomando.
La alfabetización financiera digital debe entenderse no sólo como un medio sino también como una nueva forma de comunicación, de creación y comprensión de la información financiera, pero sobre todo como el desarrollo de capacidades que permiten al ciudadano el ejercer sus derechos en un entorno digital.
2) Identificar y compartir los beneficios de la alfabetización financiera digital
Los gobiernos pueden trabajar en lograr un diálogo más equilibrado, evaluando cuidadosamente los beneficios frente a los riesgos y destacando la mayor cantidad de beneficios para el público. La alfabetización financiera digital también ofrece a los gobiernos y a las instituciones financieras una oportunidad real de mejorar sus servicios, por ejemplo, reduciendo los tiempos de respuesta y aumentando el acceso a la información.
3) Definir los beneficios sociales
Aunque los beneficios de la alfabetización financiera digital son grandes, también tenemos que estar conscientes de los riesgos. Como sociedad, tenemos que empezar a definir lo que va a suceder si seguimos ampliando las brechas y lo que sucederá si seguimos en la desinformación.
4) Seguir promoviendo proyectos de legislación sobre alfabetización digital que se estudien a partir de otros de la región
Antes de promulgar amplias normativas, los países sudamericanos podemos experimentar varios enfoques regulatorios alrededor de la alfabetización digital para comprobar cómo funcionarían en nuestro país y desde luego en nuestra región.
5) Aumentar la alfabetización financiera digital entre la población, especialmente entre las mujeres y los niños
Siempre es bueno que los gobiernos den prioridad a las iniciativas educativas no solo para empezar de manera temprana con los niños o para brindarles estas habilidades a las mujeres, sino porque eso va a propiciar el crecimiento del empleo, y va a reducir los temores de las personas al aumentar su uso.
6) Establecer alianzas estratégicas
Los gobiernos de la región no tienen por qué trabajar solos. Los ciudadanos de toda la región nos podemos beneficiar si los gobiernos trabajaran en incentivar el desarrollo de capacidades, así como en infraestructuras compartidas.
Los bancos privados ecuatorianos trabajamos por acortar la llamada brecha digital y por promover la alfabetización financiera digital. Con todo ello, se dibuja un escenario en el que la formación se convierte en un elemento esencial para la mejora de competencias y se perfila, por tanto, como una de las claves para afrontar el problema de la informalidad.
Foto: Desde 2013 Banco Guayaquil cuenta con diversos programas de educación financiera.